Los sistemas agroforestales son una propuesta productiva similar a la composición de un bosque, caracterizada por la sucesión natural de plantas, en la que se combinan especies de diferentes ciclos de vida en altas densidades, con cultivos de interés comercial. Así, por ejemplo, en este diseño, se encuentran el cacao y los cítricos como el objetivo comercial principal. Para aprovechar mejor el espacio mientras crecen los frutales, se siembran cultivos de periodo vegetativo corto como el maíz, denominados “pioneros”, seguido por fases productivas de otras especies con ciclos de vida media, como el banano y la papaya, llamadas “secundarias”, y por último, los árboles maderables con ciclo de vida largo, denominados “primarios”. A su vez, esta combinación de cultivos y árboles conforma estratos altos, medios y bajos, de acuerdo con su exigencia de luz solar. Como en nuestro ejemplo, los estratos “altos” como los maderables, necesitan de mayor luz solar, los “medios” como la naranja regular luz solar y los estratos “bajos” de sombra o de poca luz solar como el cacao, el borojó y el arazá.
Lo interesante de los sistemas agroforestales, y en general, de multiestratos y asociados, tan antiguos como la humanidad, es que proveen de alimentos variados y seguros durante todo el año; conforman una comunidad de vida productiva permanente, se aprovecha al máximo el espacio aéreo y del suelo; atraen la flora y fauna para enriquecer la biodiversidad, mantienen el equilibrio biológico, conservan frescura, fertilidad y abundancia de vida en un mismo lugar y contribuyen con la mitigación del cambio climático global desde lo local.