Los principios que rigen para la agricultura, la economía y la salud, son los mismos para la construcción. Es decir, parten del uso apropiado de los recursos propios, como la madera, las palmas, la piedra y el barro e incluso el material de reciclaje, como llantas, las botellas plásticas y el vidrio. Si no hay, entonces se cultivan la guadua, la madera y las palmas.
Por otro lado, las construcciones cuentan con unos criterios mínimos de sostenibilidad ambiental, social y cultural. Tienen que ver con el sol, el ahorro energético, el uso racional del agua y de energías renovables. Por lo demás, las construcciones son su cien- temente abiertas, con puertas, ventanas y espacios amplios para que entre la luz y la frescura. El entorno de las construcciones es protegido y decorado con huertos productivos y arreglos orísticos, que redun- dan en la belleza, la producción y la creación de microclimas frescos y agradables para lograr el “Buen Vivir” humano y animal.
Así mismo, la combinación estética y productiva de la granja guarda una relación directa con la distribución de las construcciones arquitectónicas, en el lugar que les corresponde. Así, por ejemplo, el quiosco, el restaurante, la enramada y el centro agroindustrial, están ubicados en el corazón de la finca, donde convergen todos los grupos humanos a comer y dialogar. Las cabañas se encuentran en un lugar idílico y silencioso, rodeadas de lagos, palmas y ores, apropiadas para descansar. Así mismo el establo, la porqueriza y demás construcciones, rodeadas de cultivos y comida se ubican en el lugar preciso donde viven los animales.